Aunque la idea parezca sacada de una novela de Stephen King, existe un padecimiento que te convierte en un muerto viviente. Se llama el síndrome de Cotard y bien puede ser considerada la enfermedad más rara del mundo. Quien la sufre cree que sus órganos vitales internos se han paralizado, que sus intestinos no funcionan, que su corazón no late, que no tienen nervios, ni sangre ni cerebro.
Imagina a sus órganos en estado de putrefacción y se ve, se huele y se siente como si esto fuera cierto. Se presentan alucinaciones visuales, como verse frente a un espejo con forma de cadáver; alucinaciones olfativas, como sentir olores desagradables, a carne en putrefacción, o alucinaciones táctiles, al sentir que tiene gusanos deslizándose sobre su piel.
En sus estados más avanzados, el paciente defiende la idea de que él en verdad está muerto y de que incluso está rodeado de muertos, poniendo a personas allegadas a él en este rubro. A la par de esta creencia de muerte, el paciente mantiene una idea de inmortalidad, como si se hubiera convertido en un “alma en pena”. Aunque este es un delirio típico de las depresiones más graves, como psicóticas o delirantes, se puede ver en otras enfermedades mentales severas, como demencia con síntomas psicóticos, esquizofrenia, psicosis debidas a enfermedades médicas o a tóxicos.
Este síndrome le debe su nombre a Jules Cotard (1840-1889), un neurólogo francés que describió esta condición por primera vez en 1880, en un reporte del caso de una mujer de 43 años de edad. “Mademoiselle X afirma que no tiene cerebro, ni nervios, ni pecho, ni estómago, ni intestinos; que sólo posee la piel y los huesos de un cuerpo en descomposición. No tiene alma, para ella Dios no existe y el Diablo tampoco. Dice que no tiene necesidad de comer para vivir y que no puede morir naturalmente. Sólo dejará de existir eternamente si es quemada. El fuego será su única salvación.” Así describía Cotard a su paciente.
Científicamente aún se siguen estudiando sus causas, aunque la neurología actualmente establece al mal funcionamiento de la amígdala u otras estructuras límbicas del cerebro –aquellas encargadas de las respuestas emocionales– como las razonas más probables. De todas maneras, no deja de ser una enfermedad inusual.
¿Tiene cura? Con tratamiento psiquiátrico y medicamentos antidepresivos y antipsicóticos se logran disminuir los síntomas.
Fuente: id.tudiscovery.com