Dicen que los chicos pueden quedarse dormidos en cualquier parte…
Y a las pruebas nos remitimos. Porque si bien pueden estar rellenos de una energía inagotable, los peques en algún momento caen rendidos ante las garras de las ovejitas, y ahí es cuando no les importa ni la hora, ni el lugar, ni la compañía. En el supermercado, en el medio de una reunión e, incluso, sobre nuestras mascotas. La prueba irrefutable de que el cuerpo sabe cuándo pedir descanso.
¡Mirá estas fotos tremendas!