Cuando los hackers de Impact Team destaparon los datos, de los 37 millones de adúlteros registrados había 31 millones de perfiles masculinos y apenas 5,5 millones de perfiles femeninos. También se dijo que entre el 90% y el 95% de perfiles de mujeres eran falsos.
Una investigación de los datos ha indagado en la sorprendente cifra y ha descubierto que de esos 5,5 millones de mujeres que estaban en Ashley Madison, tan solo 12.000 eran de usuarias reales y activas. Los demás perfiles de mujeres eran falsos, o nunca fueron activos en la red.
Es decir, que la gran mayoría de los 31 millones de hombres que usaban la página para engañar a sus mujeres vivían una fantasía total: no solo no tenían encuentros físicos con mujeres a través de la página, sino que todas sus interacciones virtuales podrían haber sido perfectamente con hombres que se inventaban un perfil femenino, o con empleados de Ashley Madison que se dedicaban a crear cuentas falsas que luego eran manejadas por robots.
Un dato significativo ha surgido de rastrear las IP desde donde se conectaban los perfiles: la IP mayoritaria estaba localizada en la empresa OnX, que albergaba las copias de seguridad de Ashley Madison. La segunda IP más usada, sin embargo, redirigía a los ordenadores de Ashley Madison. De 80.805 perfiles creados desde esa IP, 68.709 eran femeninos.
Había nombres de mujeres que llegaron a repetirse hasta 305 veces, y muchos perfiles, por ejemplo, tenían fecha de nacimiento en enero, el primer mes que aparece en el formulario de datos para crear un perfil…
Así, Ashley Madison no solo engañaba a quienes querían engañar a sus parejas, sino que se forraba con ello. Los hombres tenían que pagar una cuota para registrarse en la página. Las mujeres no. Y si querían borrar la cuenta, también había que pagar. Así funcionaba el fraude: prometían miles de mujeres ávidas de lo mismo que ellos, cuando en realidad era todo mentira.
Por lo visto el karma si funciona…
Fuente: playgroundmag.net