Al principio no era capaz de dormir por la noche mientras se escuchaba el aullido de los perros salvajes. Pero después empecé a atender unas cuantas ovejas y se han convertido en mis compañeras, poco a poco me acostumbré a vivir solo, cuenta Liu Shengjia, único habitante de la Villa Xuenshanshe, en la provincia de Gansu en China. La cosa es que Liu se fue quedando, y el resto de la gente o se murió o se piró.
¿Beneficios? Puede ocupar la casa que quiera, y le quedaron todas los petetes de todos los que se fueron. Liu planea mudarse en breve, pero por ahora, la soledad le sienta bien.
Fuente: Upsocl