Me persigue en sueños. Aunque quisiera, no creo que pudiese parar. Si veo algo, tengo que sacarlo, dice Irmela Mensah-Schramm, de 70 años, quien ya ha pasado tres décadas eliminando símbolos nazis y pegatinas de odio de las calles de Berlín. Y sigue haciéndolo.
Aunque siempre hubo este tipo de ataques urbanos, Irmela reconoce que con la aparición de los refugiados se han incrementando notablemente las pegatinas. Son el nuevo enemigo, dice, sosteniendo la enorme colección de símbolos de odio que quita de las calles.
Fuente: Playgroundmag