Zhang, de Pekín, estaba re PO DRI DO de sus vecinos de arriba. Al parecer, esta familia había dado a luz a la piel de Judas, y no conseguían controlar ni sus gritos, ni sus llantos, ni su incesante zapateo.
El vecino trató de llegar a un acuerdo con la ruidosa familia, pero al ver que el conflicto se extendía, cortó por lo sano: se compró un auténtico agitador de edificios.
(Sí, nosotros tampoco sabíamos que existe) El agitador de edificios te cuesta unos 20 euros, lo controlás desde tu celu, y emite unas vibraciones que se asemejan a las que mandaría un taladro destrozándote las neuronas.
Zhang huyó de su hogar durante un finde, dejando previamente el dispositivo molestando a los vecinos. ¿Resultados? La familia le rogó que detuviera el tembleque, y finalmente hicieron callar al pequeño rufián.
¿Los venderán en mi barrio?
Fuente: Diario Qué