Amar sin pedir nada a cambio, ni siquiera un tatuaje.
Así tendría que haber pensado el pobre Malakye Brooks, un joven enamorado que viajó a Ibiza con su novia para pasar el viaje de sus vidas. Después de algunos días de diversión, locura y mucho alcohol, la parejita tuvo una idea inquietante: pasar por el salón de tatuajes.
Este es el tatuaje que incluye a Joanna, la novia del susodicho, quien parecía contenta con la idea de que su novio la llevara en topples para la posteridad. Tristemente, unos días después de volver de Ibiza la joven decidió que ya no amaba a su media naranja, y Malakye quedó con semejante imagen en su espalda, sin mucho sentido.
Desde entonces todas las miradas se dirigen a mi espalda cuando estoy en la piscina o en la playa. Me hace gracia que me observen como un extraterrestre, cuenta el joven, que terminó con el corazón roto y la billetera destrozada. El tatuaje en cuestión le costó 350 euros, todo un presupuesto considerando que ahora deberá borrarlo, o dar explicaciones por el resto de su vida.
¡Fuerza Malakye!